El jardín terapéutico en personas con demencia

Leila/ febrero 25, 2021/ Horticultura Social y Terapéutica/ 0 comentarios

Es habitual considerar las tareas del huerto, el jardín o el cuidado de las plantas de casa como parte de nuestros quehaceres diarios los cuales, además, nos mantienen entretenidos. A menudo notamos que estas actividades nos hacen sentir bien, pero no profundizamos en las posibles causas. En la Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica llevamos años difundiendo los beneficios que nos ofrece el contacto con la naturaleza. Nos proporciona aire, agua, alimentos, materias primas y protección, pero también beneficios para nuestra salud y bienestar. Tales beneficios han sido demostrados a través de diferentes evidencias científicas las cuales son, afortunadamente, cada vez más habituales.

Vivir con demencia puede ser difícil, pero hay muchas actividades que las personas con esta afección pueden hacer para mantener su función física y cognitiva, al mismo tiempo que se sienten estimuladas y valoradas. La oferta de terapias no farmacológicas, dentro de los servicios que se ofrecen en los centros de día y las residencias, son cada vez más habituales. Entre esas iniciativas podemos encontrar las relacionadas con el huerto y el jardín, ya sea con un propósito recreacional o puramente terapéutico. Donde el objetivo es mejorar la calidad de vida de sus usuarios, pero ¿qué beneficios puede aportar? A continuación, te cuento algunos:

  •   Estimulación cognitiva

El deterioro de los sentidos puede verse afectado en personas con demencia. Por ejemplo, las regiones del cerebro responsables del olfato son algunas de las primeras en verse afectadas, dificultando reconocer ciertos olores. El uso de plantas aromáticas puede motivar que se “despierte” este sentido.

Pensemos en una persona con demencia que cultiva perejil. Comenzamos la actividad con una semilla o, directamente, con una planta a la que durante semanas tendrá que cuidar. Esto implica responsabilidad y toma de decisiones tales como si debe regarse o si está lista para cosechar. Una vez recogemos sus hojas podemos observarlas, olerlas, probarlas y tocarlas. Al contrario de lo que podíamos esperar de una actividad tan “simple”, observamos cómo desencadena una serie de recuerdos (reminiscencias) en la persona, los cuales le permitirán mantener una conversación sobre un tema que le motiva. Este tipo de actividad es muy versátil porque puede ofrecerse tanto en interior como en exterior, o una combinación de ambas. Idealmente, los centros y residencias para mayores deberían contar en sus instalaciones con un jardín terapéutico diseñado específicamente para prevenir o ayudar a las personas con demencia a lidiar con su enfermedad. Donde sea posible el cultivo de frutas, verduras y plantas aromáticas. Este tipo de tareas jugarán un papel fundamental, fomentando el envejecimiento activo en un entorno seguro. El mero hecho de salir al exterior ya promueve la estimulación de los sentidos, pero si, además, la persona quiere participar de una forma activa, estaremos ofreciendo un tratamiento muy completo.

  • Promueve el ejercicio físico

La autonomía de la persona se ve promovida en el jardín terapéutico, donde puede realizar una actividad física moderada que le ayudará a mejorar la fuerza, flexibilidad y equilibrio. Estas funciones son muy importantes para las personas con demencia, ya que pueden estar experimentando un deterioro sensorial y una pérdida de tono muscular a medida que envejecen. No nos olvidemos del uso de las manos, prácticamente indispensable cuando se trabaja en el huerto, ayudando a mejorar la fuerza y la psicomotricidad fina.

  • Fomenta las relaciones sociales y el bienestar emocional

Sufrir demencia puede ser una experiencia solitaria que el jardín terapéutico y las actividades relacionadas con él ayudarán a mitigar, ya que suelen participar otras personas que, habitualmente, comparten la misma afección.

Volviendo al ejemplo del perejil, a través de esta actividad pueden surgir diferentes recuerdos que inciten a compartir experiencias entre los participantes. Conversaciones que de otra manera posiblemente no ocurrirían, permitiendo que se conozcan mejor y refuercen sus habilidades sociales. Además de lo dicho anteriormente, se ha observado que los patrones de comportamiento de las personas con demencia parecen mejorar, como por ejemplo reduciendo los incidentes violentos, la agitación y el estrés. Las tareas relacionadas con el cuidado del huerto y el jardín ofrecen una mayor sensación de control y de satisfacción, especialmente en aquellas personas que han vivido en el campo. No obstante, esto último no resulta un obstáculo para aquellas personas que no saben o no tienen experiencia, ya que esta situación genera unos patrones sociales muy saludables que ayudan a cohesionar el grupo, donde los que más saben enseñan y apoyan a los otros participantes.

En resumen, leer, ver la televisión o jugar a juegos de mesa, no son actividades tan completas como las relacionadas con el huerto y el jardín. Este tipo de servicio no farmacológico posee un gran potencial y tiene un impacto muy positivo sobre la salud física, mental y emocional de la persona. Por esta razón, desde la Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica ponemos especial énfasis en promover el uso de las actividades relacionadas con el huerto y el jardín, tan extendidas en otros países del mundo. Para ello, formamos a los profesionales responsables de ofrecer estos servicios, brindándoles técnicas y herramientas para desarrollar las intervenciones, siempre adaptadas al nivel de los participantes.

He escrito este artículo como representante de la Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica para Dependencia.Info

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